Desde que tenemos uso de memoria, Alemania en el futbol siempre ha sido aplastante, dominadora y cruelmente goleadora. Gary Lineker no miente; “el futbol es un deporte que juegan once contra once y al final siempre gana Alemania”. Representan al futbol de una manera exquisitamente perfecta. Una maquinaria hecha para ganar. Un panzer que tritura selecciones pasándoles por encima sin piedad ni misericordia.
Alemania tiene 4 títulos mundiales, solo debajo de Brasil. Tiene 3 Eurocopas (el máximo empatado con España) y es la selección que en más ediciones ha participado en la justa continental. De hecho, los alemanes son quienes tienen los mejores números con 90 puntos seguidos por Francia con 69. Enfrentar a Alemania es sinónimo de preocupación. No existe una ciencia que estudie su juego y una estrategia para detenerlos.
Son los actuales campeones del mundo y de Confederaciones pero antes de esta avalancha de éxitos y aunque parezca poco creíble, Alemania tuvo una crisis. Un bache del que decidieron salir avances con trabajo y un plan hecho a futuro que ahora, han empezado a cosechar.
Fue en la Euro del 2000 en Holanda y Bélgica cuando tocaron fondo. Los alemanes finalizaron últimos de su grupo con una sola unidad. Un par de años antes, durante el mundial de Francia 1998, cayeron goleados en cuartos a manos de la debutante Croacia. Una ronda antes, sufrieron más de lo normal para eliminar a México. Tras el fracaso del 2000, se tomaron medidas pertinentes para volver a la élite del futbol mundial.
Al año siguiente de esa debacle, la Federación teutona obligó a contratar técnicos profesionales para las academias de formación. Mismas, donde se invirtieron visores e infraestructura para tener una cantera de selección, lo que no tiene nadie más en el mundo.
Tras la salida de Rudi Völler de la dirección técnica, los dirigentes alemanes apostaron en un proceso que encabezó Jürgen Klinsmann, goleador en los años 90, y a Joachim Löw como su asistente, destinado a ser el relevo pasara lo que pasara. La apuesta era clara y contundente para el mundial que se iba a realizar en territorio alemán en 2006: ganarla. No había otra. Sin embargo, el plan no se logró cayendo en semifinales ante Italia que la postre serían los campeones, pero los alemanes dejaron en claro el poderío que venía con los jóvenes que presentó en esa Copa del Mundo.
Klinsmann se marchó y como estaba pactado, Löw subió. La era de Joachim rindió frutos de inmediato con el mismo desarrollo de juego. Muchos clubes alemanes incluso, hicieron lo propio para beneficiar a la selección. Disminuyó la cuota de extranjeros y la oportunidad para los jóvenes alemanes en los diferentes equipos de la Bundesliga, llegaba a borbotones.
En la Euro de Austria 2008, llegaron hasta la final que perdieron con España. Pero la poderosa Alemania estaba de vuelta en los primeros planos. Parecía tan solo una mala suerte como piedra en el camino, pero esa misma piedra, volvió a meterse en sus zapatos. Sudáfrica 2010 fue el otro intento para conquistar la cima del futbol y de nuevo España los eliminó, esta vez en semifinales (y de nuevo a duras penas).
En la Euro del 2012, cayeron en semifinales ante Italia. Ya los futbolistas que comenzaron a formar desde el proyecto 12 años atrás, estaban en madurez total. Justamente un año más tarde, a nivel de clubes en 2013, dos equipos alemanes llegaron a la final de la Champions. En la cancha, habían 12 futbolistas alemanes… el cuadro titular de la Mannschaft.
Y entonces vino Brasil 2014 y lograron su cometido. Fueron campeones del mundo venciendo a Argentina en la final y apabullando 7 a 1 a Brasil en semifinales. Alemania mató a los gigantes sudamericanos en esa Copa del Mundo y dejó fuera a otras potencias como Portugal y Francia. En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 lograron la medalla de plata y un año más tarde, en la Copa Confederaciones de Rusia, derrotaron en la final a la embalada Chile.
Alemania esta de vuelta. De nuevo, es el rey del futbol. Rusia está a la vuelta de la esquina y en Alemania, ya están preparados para recibirla desde hace mucho pero mucho rato.