Pumas llegó con la esperanza pero no con el futbol. En este deporte hace más falta que eso. Porque no lo táctico y técnico cuenta. También van acompañadas de una dosis de garra, de entregar, de corazón… y de esperanza, claro. Pero hay destinos que no se pueden cambiar. Ni siquiera cruzándose. Como en este caso, el de Pumas y América que representan mucho más que tres puntos, una Liguilla o incluso un campeonato.
América culminó la obra que inició a unos kilómetros de distancia el miércoles. Solamente una tragedia, una catástrofe podía impedir que el equipo de Miguel Herrera se clasificara a las semifinales del Clausura 2018. Ganó en Ciudad Universitaria 4 a 1 y tenía relajación de sobra para la vuelta frente a su gente y en su cancha. Los pronósticos no fallaron y América ganó 2 a 1. Un escandaloso global de 6 a 2 que hace pensar muchas cosas tanto para uno como para el otro.
América recupera su confianza, su fuerza, su poderío y la etiqueta de favorito de nuevo. Pumas tendrá que replantearse muchas cosas, no solo dentro del campo, sino fuera también. La lección que le dio su odiado rival no es para menos. Lo exhibió en ambos partidos y por lo menos un juego de vuelta desastroso a nivel disciplinario para el equipo de David Patiño, que dicho sea de paso, no se sabe si continuará.
Como sea los partidos se tienen que jugar y con la probabilidad de un milagro, Pumas saltó a la cancha del Azteca contra un América que no improvisó ni en la alineación. Pero eso que llaman esperanza felina fue pisoteada nomás empezar el partido. Corría el tercer minuto de acción cuando el francés Jeremy Mènez recorrió la banda de la derecha y mando centro justo por abajo para encontrar al futbolista más y mejor enarachado del campeonato, Mateus Uribe.
El colombiano la empujó, batió a Saldívar y lo fue a celebrar como si hubiera sido el primero de su carrera. Las aguas en el banquillo americanista tomaron un nivel cauto mientras que las olas del otro lado tomaban forma de tsunami. No había cabeza fría en Pumas, pero sí corazón caliente. Peor tantito se tornó la situación cuando Marcelo Díaz se fue expulsado… y todo esto, en solo 20 minutos. Por si fuera poco, el árbitro sacó otras 2 tarjetas amarillas mientras Díaz se iba a los vestidores. A Barrera y Quintana.
Al 43′ un gol de Jesús Gallardo que puso el empate no tuvo efecto ni de potencial remontada. Hubiera dado igual meterlo o fallarlo. Pero al menos el decoro del marcador indicaba otra cosa. Para la segunda mitad América jugó al tiro al blanco y se paseó los cambio en la cara de su rival. Cosa que enfureció a Pumas y Nico Castillo fue el segundo expulsado de la noche. Y entonces Andrés Ibargüen apagó la esperanza al 80′ y confirmo lo que desde el miércoles se temía; América es semifinalista.