1320 días después de ponerle fin a su primera etapa de gloria como jugador rojiblanco, Diego Costa volvió a sentirse futbolista en un partido con el Atlético de Madrid, el equipo de sus amores, su casa, como el propio jugador lo ha dejado ver en innumerables ocasiones. Poco más de tres años y medio en los que Costa siguió madurando como futbolista para, hoy, ante el Lleida y por un partido de Copa del Rey, volver a marcar un gol con la casaca que porta el escudo del ADN que corre por sus venas.
Con la grandeza evidente no solo en su estatura, sino en su fútbol, Costa se marchó del Atleti hecho un depredador del gol para recalar en el Chelsea y hacerse un jugador tan indispensable como intratable. Conquistó la Premier League y a sus aficionados, marcó goles antológicos en tierras inglesas y su nombre se hizo cada vez más recurrente en la selección española, a pesar de haber nacido en Brasil. Pero su carácter siempre le pasó factura, hasta el día de hoy lo sigue haciendo.
Diego es un jugador que va siempre al límite, no solo sobre el terreno de juego o cuando se enfrenta a un rival, sino también de puertas a dentro. Arriesgado, feroz y poco conformista, son cualidades que describen al goleador colchonero. Por ello, cuando se encontró con otro igual a él en el vestuario del Chelsea, no le importó que fuese su jefe y se encaró con Conte cuantas veces quiso y pudo; hasta que el estratega italiano dejó de contar con él. Incluso le hizo la vida imposible para impedir su retorno a la capital española por un camino fácil. Aunque a la postre se dio todo para volver a vestirse de rojiblanco.
El retorno del rey
La constancia, el trabajo y esfuerzo propio, un poco su pasado romántico con la directiva, la mano firme del profe Ortega para ponerlo a punto en la parte física y la confianza a ciegas del ‘Cholo’; han sido los factores que han permitido que tras media temporada conformándose solo con entrenar, Costa hoy haya vuelto a jugar un partido de primera división y como resultado de todo lo anterior, se haya ido con un gol en su retorno.
El ariete lleva al Atlético en la sangre tanto como el Atlético lo lleva a él en las venas. Hoy le bastaron solo cinco minutos tras su ingreso para poner su nombre en el marcador; iniciando así otra etapa de este interminable idilio entre club y jugador. «No puedo pedir más en este redebut con el Atlético. Vuelvo a jugar y encima tengo la suerte de poder marcar un gol. Esto me pone todavía más contento», declaró al finalizar el encuentro, el autor del tercer tanto en la goleada que le propinó a domicilio el Atleti al Lleida por 4-0.