Dicen en España que si hubo algún día un estereotipo y símbolo de jugador como Messi en el Real Madrid, ese fue Álvaro Benito. Un mediocampista con vocación ofensiva que tenía en sus pies una capacidad asombrosa para llevarse bien con el balón, encontrar el arco, abrir partidos y repartir juego. Sin embargo, una lesión que se volvería crónica le impidió mostrar toda su calidad y fútbol en el primer equipo por mucho tiempo, a pesar de tener una carrera prometedora.
Benito llegó a las filas del Real Madrid con tan solo 14 años, proveniente del Real Ávila. Nacido en Salamanca, España, dejó familia, amigos, infancia y sacrificó cosas importantes, como muchos otros, para intentar lograr el gran sueño de convertirse en futbolista profesional y qué mejor que haciéndolo de la mano de la formación e historia del conjunto blanco.
Dicha meta la lograría en 1995, cuando con tan solo 18 años haría su debut con el primer equipo del Real Madrid, sin saber los giros que el fútbol y la vida le tendrían preparados un año más tarde. Canterano de la generación de Guti y Raúl, dos ídolos madridistas, Benito era llamado a ser una figura indiscutible en el conjunto merengue, sin embargo, una lesión de gravedad durante su primer encuentro con la selección sub-21 de España, le alejaría de las canchas y le sometería a un calvario insoportable.
Una de las lesiones más complicadas que puede sufrir un deportista de alto nivel y a la que los futbolistas le temen en particular por la exposición de la articulación en el deporte: La tríada. Fue la causante del sufrimiento emocional, físico e indescriptible que tuvo que pasar durante varios años Álvaro Benito con su rodilla izquierda.
La etapa más difícil
Sometido a múltiples operaciones, traspaso de ligamento e incontables horas de rehabilitación, Benito consiguió volver a los terrenos de juego para disputar algunos partidos con la división del Real Madrid B (Hoy Real Madrid Castilla), sin embargo nunca pudo recuperarse totalmente y recuperar el nivel que lo había llevado a posicionarse como una verdadera promesa y hombre importante para Fabio Capello en el primer equipo merengue.
Durante sus largas esperas en cuartos de fisioterapia, Benito aprendió a tocar la guitarra y su desahogo por la frustración lo empezó a canalizar con la música. Ávido de ganas por intentar recomponer su vida profesional, decidió ponerle fin a su carrera con 26 años de edad y fundó un grupo de música del cual era el vocalista. Además se preparó como entrenador con la esperanza de no abandonar el fútbol de manera abrupta.
El club de sus amores lo buscó y le encontró cabida en una de las categorías inferiores del Real Madrid, haciéndose cargo del Alevín B el 1 de septiembre de 2015. Para 2016 ya era el entrenador del Cadete A del conjunto blanco y ahora en 2017 se ha hecho cargo del Juvenil C, división con la que se acaba de proclamar campeón del torneo ‘Alkass International Cup’ que se disputó en Doha, Qatar.