En la actualidad, los equipos que ganan la UEFA Champions League, no es por obra de la casualidad. De hecho, solo la ganan equipos de élite y abolengo. Aquellos con grandes aficiones pero sobre todo que han invertido fuertes cantidades de dinero en lograrlo. Hoy, cuando el futbol en el mundo ya es dominado por los billetes, es casi imposible que a base de futbol y trabajo humilde se logre hitos así.
La última gran proeza la logró en 2003 el Porto y a partir de ahí, los monstruos del futbol mundial volvieron a nivelar las aguas de la jerarquía. Siendo fríos, el Porto es además uno de los dos más grandes de Portugal. Muchos podrían argumentar que no se trata tampoco de un logro inusual, pero si se compara con el dinero que se paga por grandes estrellas, saldría perdiendo.
Rumania no es un país que habitualmente se vea en los grandes eventos del balompié. A los rumanos se les conoce bien en los Juegos Olímpicos por la gimnasia, pero esa es otra historia. Dieron la campanada en el mundial de Italia en 1990 cuando pasaron por primera vez a segunda ronda y llamaron la atención del mundo cuando cuatro años más tarde alcanzaron los Cuartos de Final con una generación de ensueño que venía trabajando de años atrás.
Estas dos hazañas se deben a lo que alguna vez logró el pequeño Steaua de Bucarest. Pequeño no en su país (es el máximo ganador con 26 Ligas). Pequeño ante los poderosos de Europa. Esos que alguna vez desafió y derrotó. Pero la historia no comienza aquí. Sino, mucho antes. La verdadera “Generación dorada” rumana no es aquella liderada por George Hagi en Estados Unidos 94, sino la que escribió el Steaua en 1986.
El capitán del barco era Emeric Jenei, un ex jugador del mismo Steaua que aprendió el futbol a base de trabajo y disciplina. Fue exitoso dentro del pequeño gremio rumano, pero jamás pensó que iba a romper las fronteras del desafío de los gigantes. Jenei anunciaba 3 días antes las alineaciones de su equipo para quitar presión a los jugadores. Trabajaba repetitivamente las jugadas ensayadas y mantenía una cercanía con el futbolista que no es común ver en día. Formó un equipo de puro rumano y así decidió ir a la guerra de la Liga de Campeones de la UEFA en 1986.
El Steaua batió al Vejle danés , Honvéd húngaro , al finlandés Lahti y al Anderlecht de Bélgica antes de la final que se jugó en Sevilla, pero en su propio país eran considerados como un equipo sin muchas opciones, ya que enfrente se toparon con el FC Barcelona que era dirigido por Terry Venables. Los rumanos anularon al equipo catalán que nada pudo hacer en los 90 minutos regulares. La prórroga hizo soñar a los rumanos con el título que antes del juego, lucía como misión imposible.
El milagro sucedió al llegar a los penales. Sin embargo, tenían el handicap de que nunca un equipo de Rumania había ganado en penales en algún torneo de Europa. Jenei lo sabía y sin embargo, desafió a la historia. Sin embargo, comenzaron errando aunque la figura del arquero Helmuth Duckadam se hizo presente desde el primer penal de los culés. Detuvo los cuatro que tiró Pichi Alonso, Marcos Alonso, Alexanko y Pedraza. Lacatus y Balint acertaron y enmudecieron al Sánchez Pizjuan de Sevilla. Steaua de Bucarest conseguía su primera Champions League a manos de un histórico llamado FC Barcelona. Victor Piturca fue el máximo goleador del equipo con 5 anotaciones y ese trofeo que levantó , fue el mejor regalo de cumpleaños que pudo recibir, esa misma noche.