Era el año 2014, año de Mundial, año en el que los jugadores más importantes que iban a asistir a aquella cita se preparaban a tope para lograr un desempeño brutal dentro de la competición. Era el 2014 y también significaba que Colombia volvía a un campeonato del mundo tras tres ausencias en ediciones previas, y lo hacía de la mano y los goles de Radamel Falcao García Zárate, el mejor ‘9’ del mundo por aquel entonces.
Todo pintaba para que ‘El Tigre’, junto a la sociedad con James, Cuadrado y Teófilo Gutiérrez, llevaran a Colombia a disputar su mejor Mundial en Brasil 2014. Y lo último así pasó, Colombia consiguió su mejor participación en dicha instancia tras llegar a los cuartos de final y caer con el anfitrión, pero lo duro de todo esto es que lo hizo sin Falcao, sin su referente, sin su goleador. Una maldita lesión en una desafortunada jugada impidió que ‘Rada’ pudiera recuperarse a tiempo para cumplir su sueño mundialista.
Era el 22 de enero del 2014 cuando tras pedirle a Ranieri que lo dejase jugar un partido de Copa en Francia, Falcao salió lesionado con una rotura del ligamento cruzado. Cuando llegaron las noticias, el panorama en Colombia era desolador, incierto y difícil. Su máximo exponente en el fútbol internacional, Balón de Bronce y mejor ‘9’ del mundo, estaba en riesgo de perderse el Mundial por no poder llegar a tiempo y las probabilidades de que pudiera lograrlo eran mínimas.
A la postre así fue, pero el espíritu luchador y tenaz que siempre ha demostrado Falcao lo hizo perseguir su meta hasta el final, intentando recuperarse en tiempo récord y logrando volver aunque no al 100%. Cualquier otro jugador habría mentido para que lo llevaran al Mundial así fuera de paseo, cualquier otro jugador habría dicho que estaba en condiciones; pero la intachable honestidad del ‘Tigre’ de Santa Marta salió a la luz una vez más: «Hoy estoy en buenas condiciones pero consciente de que todavía me falta un poco para poder jugar y no quería quitarle el lugar a un compañero que estuviera al 100%. Tampoco quería hacer algo imprudente que fuera en contra de mi salud. Me parece que esto es lo más sensato que puedo hacer», fueron las palabras de Falcao en rueda de prensa a unos días de comenzar la Copa del Mundo.
A partir de ahí, como reconoció el propio Falcao tras conseguir la clasificación para Rusia 2018, el ‘Tigre’ tuvo dos «años jodidos». Y cómo no, si el hecho de forzar su recuperación le hizo susceptible a lesiones que no había sufrido jamás, perdió ritmo en cancha y ningún entrenador le confiaba suficiente para que provocara su vuelta a la élite. Pasó por el Manchester United y Louis Van Gaal lo relegó hasta jugar con el equipo juvenil de los ‘Reds Devils’. En un año, marcó tres goles en la Premier… Y pensar que previo a eso estuvo a punto de llegar al Real Madrid.
Luego consiguió irse cedido al Chelsea, pero la situación allí no fue diferente. Si bien el delantero colombiano pudo jugar un poco más de minutos y marcar más goles, Diego Costa era dueño de la posición y Mourinho no planeaba quitarle. Así las cosas, no tuvo opción que aceptar su mal paso por la liga inglesa y afrontar la vuelta al Mónaco, donde tenía toda la confianza del presidente y del entrenador. Jardim le dejó saber que él sería el referente del nuevo proyecto.
Nada más llegar de nuevo al Principado, Falcao se hizo con la banda de capitán y empezó a demostrar poco a poco, a punta de goles, golazos, asistencias, desmarques, liderazgo y fe, que sus palabras siempre fueron congruentes con su forma de juego y su confianza personal; «lo único que necesitaba era confianza y minutos, de jugar y hacer goles nadie se olvida», reiteró una y otra vez el ariete, callando las bocas de quien lo llegó a llamar ex futbolista. -Porque este deporte es así, sin memoria- Incluso algunos en en Colombia se olvidaron de quién los llevó al Mundial de Brasil e irónicamente han vuelto a festejar sus goles para fortuna de la selección sudamericana y del propio Radamel.
Su regreso ha sido paso a paso pero los mismos han sido gigantes y de gran importancia. ‘Falca’ logró maravillar la temporada pasada con sus anotaciones, lo que provocó el campeonato del Mónaco al final de temporada tras dejar en el camino al poderoso PSG. También destacó en la Champions llegando hasta la semifinal y dibujando una pintura preciosa en el Etihad Stadium del Manchester City durante los octavos de final, cuando decidió picar un balón para colgar a Willy Caballero y dejar atónitos a todos. Su gran campaña catapultó por méritos propios que Pékerman lo tuviera de nuevo en las convocatorias de Colombia.
De regreso a una Copa del Mundo
En su selección dejó de ser el capitán por la irrupción y liderazgo de James Rodríguez dentro de la cancha. Al principio empezó su participación con algunos minutos de juego, entrando desde la banca. Pero su titularidad era pedida a gritos por la afición colombiana y la respuesta no se hizo esperar. Para esta dura etapa final de la eliminatoria sudamericana, Falcao ya se había hecho de nuevo con el ‘9’ definitivo del esquema de Pékerman y la banda de capitán volvió a su brazo izquierdo. Le marcó un gol importantísimo a Brasil que le permitió a Colombia soñar de nuevo con jugar un Mundial, le marcó a Paraguay otro golazo y finalmente asistió a James en el gol de la clasificación definitiva que se consiguió en Lima.
Sus lágrimas, su voz entre cortada, su sentir, no es solo el reflejo de lo que es Radamel, sino también de lo que se merece el máximo anotador de la historia de la selección Colombia. Su figura provoca en Colombia y en gran parte del mundo que el deseo de que le vaya siempre bien es unánime. El ‘Tigre’ volvió para quedarse y luchó por conseguir estar una vez más en un Mundial. Esta vez, y con «la fe en Dios» como dice él, de que todo estará bien. Radamel Falcao García Zárate nos deleitará con goles en la única competición en la que no ha podido brillar pero seguramente lo hará. Cumplirá su sueño de jugar y marcar en una Copa Mundial.