En México, el ser llamado grande es un privilegio en el que nadie sabe como llegar. Pumas, América, Chivas y Cruz Azul, están en esa elite desde siempre. La nueva generación de grandeza es limitada y ni Tigres, ni Toluca han podido cruzar ese tendencioso limite. Los Diablos son el tercer equipo más ganador de México, pero eso al parecer no importa. Es como si los nuevos miembros no estuvieran permitidos.
Por lo pronto, Toluca enfrenta en la final a Santos que padece de lo mismo. O de algo muy parecido, junto a sus vecinos norteños. Fueron los dos equipos que mejor jugaron el Clausura 2018 y ahora a dos partidos se juegan la vida para sumar una estrella más y que a pesar de que no seguirán siendo considerados para pertenecer a ese selecto grupo, la satisfacción al interior será placentera.
En Torreón por lo pronto se enfrentaron en la ida. El Estadio TSM extrañaba el dulce aroma de la pasión desbordada, de la adrenalina de emoción y claro está, del ruido que producían al unísono los goles como volcán explotando. En el banquillo dos porteros. Ambos míticos. Siboldi y Cristante. Uno con pasado choricero, el otro sin vinculo santista. Estos dos se han enfrentado en dos finales, ambas para los mexiquenses. Pero la noche coahuilense hizo pensar que esta vez sí podía ser lagunera.
Tribuna verdiblanca. De ropa y corazón. Pero Toluca comenzó respondón y desafiante. Tanto, que las de peligro nacieron de los pies de Rubens Sambueza. Tras un error de Jesús Angulo, el ex América se desbocó a portería contraria pero su disparo se estrelló en el poste. Santos respondió con el campeón de goleo, Djaniny quien al 34′ intentó marcar de larga distancia. Las acciones se nivelaron en la primera parte y mejor los segundos 45′ para sacarlo todo.
La estrategia no falló y recién iniciada la parte complementaria, al 53’, Luis Quiñones se combinó con Pablo Barrientos por la banda izquierda, y quedó solo en el área para poner el balón en el primer palo de Orozco y abrir el marcador. El gol no noqueó al local, de hecho los de Siboldi reaccionaron de buena forma y el propio africano Tavares emparejó luego de recibir un pase largo de Angulo al 72′, se marchó de Talavera con un sombrerito y definió sin presión.
El empate era bueno, pero desde el banquillo lagunero salió la orden de buscar el gol de la tranquilidad, el de la ventaja y el que a la larga podría ser el del campeonato. Por eso, el técnico Siboldi se fue al frente sin precauciones. «Tanto va el cántaro al agua hasta que se revienta»; Julio Furch le puso punto final. Fue a un minuto del final cuando el argentino dentro del área remató un centro de Brian Lozano y el 2-1 final suficiente para la Vuelta que se jugará el domingo a las 19:00 horas en el Nemesio Díez.