El 31 de julio de 1916 en Guadalajara, nació el legendario Ignacio Trelles Campos histórico jugador y entrenador que ha dejado huella en el futbol mexicano y que hoy celebra 101 años de vida.
En entrevista, más allá de cualquier palmarés, Don Nacho abrió el baúl de los recuerdos y nos reveló algunos secretos que indudablemente nos harán viajar por el tiempo para tener la sensación de ser sus acompañantes en este viaje. Platicó con Pamboleros en EXCLUSIVA.
-¿Quién aprendió de quién, Don Nacho del futbol o el futbol de usted?
Una breve pausa y un suspiro que eran señales que este célebre personaje buscaba en la memoria la respuesta, después de una mueca en forma de sonrisa, el festejado contestó:
«Fueron las dos cosas al mismo tiempo, tenía apenas seis años de edad cuando comencé a ver lo que era el futbol.
Yo nací en Guadalajara y ahí tuve oportunidad siendo muy joven de ver el básquetbol, solamente una vez mi papá me llevó a un partido de fútbol porque yo no lo había visto, tenía más en la cabeza el básquetbol pero me impactó tanto la forma como jugaron esa vez y a partir de ese momento me gustó mucho y volví a verlos jugar estando yo presente o por televisión»
Don Nacho vivió una infancia distinta en el sentido de las relaciones sociales, era un chico en apariencia tímido y sin tantos amigos, aunado a la pronta mudanza de la tierra que lo vio nacer a la capital del país, justo donde comenzó todo.
-¿Por qué se mudó de Guadalajara a la Ciudad de México?
«Yo de pequeño ni siquiera tenía amigos, es raro pero no los tenía.
Mi papá estaba en busca de su título de ingeniero mecánico electricista y no había esa carrera todavía en Guadalajara, entonces decidió venir a México para encontrar la forma de estudiar los dos años que le faltaban para ser ingeniero.
Yo vine (a la Ciudad de México) en ferrocarril, recuerdo que el tren se paró 20 minutos antes de llegar al final de la estación y a un lado estaban jugando un partido de fútbol, como yo venía en la ventanilla lo vi, eso se me quedó grabado y nunca imaginé que eso iba a ser una señal de lo que me iba a pasar en mi vida»
-¿Y qué pasó después, cómo es que se contagia del futbol?
«Llegamos a vivir a Tacubaya, esta zona era muy futbolera, había españoles y mexicanos, mis primeros amigos aquí los tuve; había tres zonas: la de los ricos, los no ricos y los normales como yo, recuerdo que todos nos reuníamos en el bosque de Chapultepec a partir de las cuatro de la tarde, porque en la mañana había que ir a la escuela, salíamos a la una de la escuela»
Reunión que se fue haciendo costumbre de todos los días y que de poco en poco comenzó a despertar en Nacho Trelles la inquietud por dedicarse profesionalmente a jugar al futbol, sueño que se cristalizó en 1934 cuando apenas tenía la mayoría de edad.
Necaxa, América, Monterrey, Vikings de Chicago y Atlante fueron los equipos que tuvieron la fortuna de verlo en sus alineaciones. Justamente en su etapa madura como jugador, una lesión (fractura de tibia y peroné) mientras jugaba con los potros de hierro, hizo que se alejara de las canchas. Es ahí cuando este hombre de futbol toma otro rumbo, la dirección técnica, a partir de 1950.
«Zacatepec fue el primer equipo que yo entrené, fue una casualidad porque yo estando jugando (en Atlante) me lesioné, me dio mucho coraje, entonces lo único que hice fue ponerme a estudiar fútbol y llegué a Zacatepec en esas condiciones.
En Zacatepec había un amigo mío que vivía aquí en Tacubaya, trabajábamos juntos en la fábrica de vestuario de equipo del ejército mexicano; él tuvo la oportunidad de irse a trabajar a Zacatepec y después a jugar ahí, él me contaba que le iba bien.
Zacatepec era importante desde el punto de vista del fútbol, tenía buen equipo, en la zona sur de la República era el que mejor jugaba, aquel Zacatepec lo entrenaba Horacio Casarín, un jugador muy conocido, él era entrenador del equipo de fútbol amateur de esa zona de la república porque ahí trabajaba una persona importante que era pariente de Horacio Casarín, entonces Horacio Casarín iba una vez a la semana en la tarde, se ponía a cascarear con ellos y era lo único que hacía, ¡pero cobraba!
Cuando terminó la temporada, Horacio Casarín se fue a España, entonces mi amigo que era parte del equipo de futbol que entrenaba Horacio, me dijo que fuera yo a Zacatepec como entrenador y me llevó”
Sobra decir que tras la llegada de Don Nacho Trelles, el equipo consiguió el ascenso a la primera división, lo que auguraba una carrera en el banquillo plagada de éxitos que se demostró en su llegada a la dirección técnica de la selección mexicana de futbol, dirigió la Copa del Mundo de Chile 1962, después llegaría a Toluca, donde cosechó dos títulos de liga y Cruz Azul con la misma cantidad de títulos durante siete años en los que dirigió , de hecho, es expresado por él mismo como el equipo de sus amores.
Hasta la fecha, Don Nacho continúa viendo aunque por el televisor el futbol y cada quince días acude a La Noria para observar principalmente a las fuerzas básicas de la máquina.
101 años de gloria, es la leyenda viva del futbol en México, Don Nacho Trelles.