La dramática historia de Aron Johannsson y su cruel destino.
El mundo da muchas vueltas. Adagio muy antiguo que dicta la inverosimilitud en las desgracias dramáticas de la vida. Otros prefieren llamarle simplemente “Ley de Murphy”. Cuando quieres que suceda algo, irónicamente el universo conspira para que suceda lo contrario. Cuando no lo deseas, sucede. O como el viejo refrán mexicano “Cuando te toca, aunque te quites y cuando no te toca, aunque te pongas”. Esa es la triste e increíblemente desgarrante historia del futbolista Aron Johannsson.
El máximo anhelo de todo futbolista (no hay uno que pueda negarse) es jugar una Copa del Mundo. Es innegable lo atractivo que puede resultar un torneo intercontinental. Lo dictan los creadores de sueños: un estadio lleno, banderas de tu país ondeando a lo largo de la grada, el himno nacional cantado por la afición y tus compañeros… la sensación única de vivir algo así. La vorágine de emociones que emanan del alma y se transmite a través de una pelota de futbol.
Todo futbolista lucha por alcanzar la cima profesional sea en lo individual o colectivo. Y entre esas metas, está la de vivir algo tan hermoso como jugar (no necesariamente ganar) pero estar, simplemente estar, en una Copa Mundial de la FIFA. Estados Unidos es un país “nuevo” en este negocio. Cierto que han participado incluso, en el primer Mundial de la historia. Pero desde que lo organizaron en 1994, fue entonces que decidieron emprender la conquista del único deporte que no dominan.
Para esto, los norteamericanos hicieron lo que fuera necesario para lograrlo. Formar futbolistas sin importar la nacionalidad ofreciendo becas universitarias y una calidad de vida envidiable. Esto sucedió a Aron Johansson, un chico de padres islandeses que se asentó en el país de las barras y las estrellas.
De hecho, nacido en Alabama mientras sus padres estudiaban la Universidad. Cuando cumplió 3 años de edad, se mudo de vuelta a Islandia. Aunque regresaba de manera ocasional a los Estados Unidos de visita (incluso estuvo un año después de graduarse), Johannsson comenzó su carrera de futbolista en Islandia jugando para el Fjölnir en el 2000 a los 10 años. Formado en esa cantera, comenzó a formarse como profesional con ese mismo equipo al cumplir los 18 años.
Se fue al futbol de Dinamarca y luego al de Holanda donde jugó en el primer equipo grande de su carrera: el AZ Alkmaar. Para entonces, Johannsson ya era un habitual en la selección menor de Islandia donde jugó hasta los 21 años. Fue entones que l Estados Unidos lo invitó a jugar con ellos en la selección absoluta. El panorama no lucía mal. Fue durante las eliminatorias rumbo a Brasil 2014, donde incluso, un gol suyo eliminó a Panamá y calificó a México en la justa de Brasil.
Durante esa Copa del Mundo en Sudamérica, incluso llego a jugar. La razón de Aron fue contundente. Con Estados Unidos, no solo tenía más posibilidades de jugar una Copa del Mundo que con Islandia, sino de ser campeones. Por eso mismo, se decantó para jugar bajo las ordenes del entonces técnico nacional, Jurgen Klinsmann. Tras la eliminación de Estados Unidos de Brasil, el proceso para Rusia 2018 pintaba ideal. Un Johannsson con más experiencia, ahora jugando en el futbol de Alemania con el Werder Bremen, hacía más atractivo el reto ruso. Sin embargo, sucedió lo impensable. Islandia, que siempre era de los últimos lugares de grupo en los procesos eliminatorios mundialistas, calificó a una Eurocopa y ahora, a un Mundial por primera vez en su historia (a ambas competencias). Mientras que Estados Unidos, quedó fuera tras ser un habitual participante desde el año en el que el nació, 1990.
Johannsson pensó que viviría el Mundial de Rusia desde la cancha mientras sus compatriotas islandeses lo verían a él por el televisor. Pero la vida es tan impredesciblemente desgraciada, que ahora, él tendrá que ver a sus compatriotas jugar una Copa del Mundo desde la televisión de su casa en Estados Unidos. Cuántas malas bromas puede hacerte este sujeto llamado vida…