El partido mundialista que nadie quiso ver.
Cuando alguien habla de ver un partido de futbol en un Mundial, habla de algo importante en la vida de cualquier aficionado a este deporte. Hemos vivido en los últimos días una adrenalina sensacionalmente inspiradora durante todos y cada uno de los partidos rumbo a Rusia 2018. Una Copa del Mundo es sinónimo de algarabía y locura pasional por el futbol.
Significa festejos o luto nacional. Es detener actividades, decretar fiesta por todas las ciudades y congelar incluso, la labor económica de todo un país por 90 minutos. Es inexplicable lo que representa mirar a tu selección jugar un Mundial. Vivirlo… es otro tema.
Imaginar que existe algún dichoso de presenciar un encuentro de futbol durante esta fiesta intercontinental no tiene precio. De hecho, si lo hay, son miles de cientos de dólares. Muchas veces resulta impagable ir a algún juego, el que sea. Para ser francos, ni siquiera es posible encontrar boletos para acceder a los estadios. Solo unos cuantos tienen la posibilidad de lograrlo y es sin duda, la experiencia de sus vidas.
Dentro del estadio se llevan a cabo todo tipo de sentimientos y emociones. De llanto, de coraje y rabia o de pasión y emoción motivadora. Hay aficionados que jamás han visto a su selección en una Copa del Mundo y que sin embargo la siguen a tambor batiente. Otras tantas, acostumbrado a ver sus selecciones jugar estos campeonatos, sufren una derrota o eliminación como la tragedia más grandes que les ha ocurrido.
Es impensable de verdad que a alguien le interese muy poco un partido de futbol en un Mundial. Si embargo, lo hay. Existió. Todos sabemos que la mayor asistencia (casi 200 mil personas) se dio en la final del Mundial de 1950 entre Brasil y Uruguay. Pero resulta paradójico que también haya existido un partido con menos asistencia que partidos de futbol de ligas amateurs.
Fue un 14 de Julio de 1930. Cierto, era el primer Mundial y por ende, un experimento nuevo. Un producto novedoso pero desconocido. El Estadio Pocitos de Montevideo, en Uruguay albergó el partido entre Rumania y Perú. Solamente asistieron 300 personas.
En realidad existen varias versiones y fuentes que aseguran que fueron más de 300. No existe una cifra exacta. Sin embargo, siempre coinciden que fueron menos de 2500 espectadores que asistieron para presenciar la victoria de Rumania 3-1 sobre los incas. En ese partido se dieron varias cosas: el primer expulsado en una Copa del Mundo y el gol más rápido de ese Mundial y a la postre, de los más prematuros en la historia.
Oficialmente, para la FIFA, el registro exacto fue de 2549 aficionados. Hay que decirlo, a pesar de la cercanía de Perú, era muy complicado viajar hasta Uruguay y más en épocas donde el futbol apenas comenzaba a popularizarse. Perú quedó en el mismo grupo que Uruguay (donde también perdió). Lo cierto, es que hayan sido 300 o más, aquel partido está registrado como el de “menos interés” en la historia de los mundiales.