Arrivederci, Gigi, e grazie per tutto
Es cierto que normalmente el futbol nos da alegrías. Cuando se es campeón, cuando se anota o cuando se celebra alguna buena atajada. Pero a veces, la menor parte del tiempo, es cruel. Cuando toma forma de adiós, se trastorna en algo nostálgico y hasta incomodo para quienes siguieron de cerca una trayectoria como la de Gianluigi Buffon, quien no seguirá con la Juventus, y quien sabe si en el futbol.
El mítico portero italiano y que ha defendido los colores de la Juventus en los últimos años anunció que deja a la vecchia signora. Este fin de semana ante el Hellas Verona defenderá los 3 palos turineses por última vez. Idolos como Gianluigi también tienen ídolos por más exagerado que se escuche. Thomas N’Kono, uno de las estrellas de la sorprendente Camerún del Mundial de Italia en 1990 despertó el interés de Buffon para perfilarse y elegir ser portero.
El sueño de ese verano se convirtió en realidad cuando el Parma llamó a su puerta y tras trabajar 5 años arduamente, un 19 de noviembre de 1995, con solo 17, debutaría en el primer equipo en un partido de aúpa ante un Milán con Baggio y Weah en su delantera. Gianluigi no se hizo pequeño, y ni el mago italiano ni el atacante africano pudieron hacerle daño. El Parma se erigió como un club de temer y tras 6 temporadas defendiendo el arco, logró una Copa de Italia, una Supercopa y una Copa de la UEFA.
En 2001, llegó a Turín. La Juventus pagó 54 millones de euros y fue ahí en el antiguo Delle Alpi donde Buffon aprendió el sinónimo de lealtad. Un descenso administrativo a la serie B, en 2006, reforzaron sus valores y el bianconeri apretó más que nunca. Llegaron a Alemania inundado de dudas; corrupción, bajas de juego… factores adversos que auguraban un rotundo fracaso cantado de la selección italiana.
Sorpresa de todos, Italia, campeona del mundo. El equipo de Marcello Lippi fue mejorando con el pasar de los partidos y en la final frente a Francia, se proclamaron monarcas mundiales en penales. Pero todo superhéroe tiene una némesis. La de Buffon es la Champions. Ha jugado tres finales; las tres las ha perdido. Cayó en penaltis ante el Milán, en 2003 donde detuvo los disparos de Seedor y Kaladze. En 2015, contra el Barcelona, y 2017, frente al Real Madrid dejan a Gigi con la vitrina europea a nivel de clubes, vacía.
El camino del portero italiano en ese sentido, terminó con el capitulo negro de ser expulsado en semifinales tras agredir verbalmente al arbitro luego de una épica remontada en el Bernabéu donde les pitaron un penal dudoso de último minuto en contra. La rabia de Buffon pudo más que el temple y su historia en Champions terminó de la peor manera.
Buffon se va. No se sabe si del futbol. Pero se irá en algún momento. Los amargos recuerdos de esos ayeres no deben interponerse a las más dulces memorias de lo que él representó alguna vez bajo los 3 palos. Vestido de amarillo, de negro y blanco o de azul. Siempre fue el mismo, el gran Gigi. Una leyenda viva que jamás se extinguirá.