Miguel Herrera: El cuate de la cuadra.
Impaciencia, especulaciones, polémica y hasta golpes ha marcado la vida de Miguel Herrera.
Lo cierto es que “El Piojo” siempre ha sido franco. Nunca le ha mentido a nadie. Lo que dice, lo cumple. Hemos tenido la oportunidad de conversar con él, y cuando lo conoces, es eso… frontal y sin tapujos.
Así es Miguel Herrera. Derecho, dicharachero, bromista, testarudo y explosivo. Bromista en conferencias de prensa y con el cuchillo entre los dientes en la banca. En aproximadamente 15 días volverá a dirigir al América en su segunda etapa tal como lo hizo en 2014 cuando consiguió un agónico título en penales ante Cruz Azul.
Se fue a la Selección, dirigió el Mundial de Brasil 2014 y un factor extra cancha (golpeó a un comentarista de futbol) al verano siguiente lo obligó a ser removido de su cargo. Su paso por Tijuana lo maduró. Incluso, lo hizo el mejor equipo del 2016 en cuanto a puntos.
Pero charlando con él, “El piojo” nos recuerda a esos técnicos de las cascaritas en el barrio que te preguntaban «¿de qué quieres jugar?»
Le gusta quitar presión a sus jugadores, convencido del espectáculo para el atractivo de la gente y amante de los reflectores. Sí, adicto a las cámaras. No pierde oportunidad para expresar su opinión, no escatima en platicar lo que piensa ni duda en responder a las preguntas.
Enemigo natural del arbitraje, Miguel presume una y otra vez de una supuesta conspiración de los de negro en su contra. No mide palabras, pero tampoco ofende con puntería fina.
Si se trata de calentar algún partido previo, es el hombre con más títulos en su vitrina personal.
Es ansioso cuando de revelar algo se trata. Tal y como lo hizo con la «secreta» lista de seleccionados que llevó a la postre a aquel mundial que dirigió. Que eso sí, no se mordió lengua para adelantar nombres en ese entonces.
Es un danzante del área técnica, admirador de diseñadores famosos para sus trajes, impetuoso en las jugadas de sus equipos. Miguel Herrera vive al máximo el fútbol en la cancha, en el banquillo, en las conferencias, en la calle y hasta dormido.
Estamos ansiosos todos de ver a Herrera de nuevo en el banquillo americanista. Donde se siente como pez en el agua. Donde las bancas llevan su nombre. Donde a pesar de haberle dado a las águilas solo un campeonato, la gente lo ama, lo vitorea y lo ensalza.
Amigo de los jugadores, compadre de los medios, ídolo de los aficionados. Miguel Herrera es así. Como un simple cuate de la cuadra.