Real Madrid, campeón de la Champions League
Y como se esperaba, hubo de todo en la final de la Champions League. Más allá de la décimo tercera «Orejona» para el Real Madrid, el partido en Kiev tuvo momentos de todo tipo; amargura, melancolía, magia y sorpresa. Los merengues se alzaron con el título, el tercero consecutivo, dejando a un Liverpool (a un valiente y buen Liverpool) tocado y sin el sol de sus amaneceres; Mohamed Salah.
El egipcio salió entre lagrimas con la ilusión desecha y con la duda en su cabeza, de si podrá cumplir el único sueño que le falta; jugar un Mundial. Esto, tras caer con Sergio Ramos aparatosamente, donde el brazo se «enganchó» con el del español dislocándose el hombro. El partido, marchaba sin goles y las alarmas sonaron más fuerte de lo acostumbrado tras este incidente.
El juego comenzó con un muy superior equipo inglés atosigando la meta de Navas pero sin mucha contundencia irónicamente teniendo el tridente más prolífico de Europa; Salah, Mané y Firmino. Los reds, más goleadores del torneo con 40 anotaciones, trataron de abrir el partido en un esquema agresivo y retador de Klopp hacia el frente donde los futbolistas del Madrid trataron de retener la velocidad contraria. Una vez más, Zidane fue superado tácticamente y los jugadores blancos al rescate.
Tras el accidente a la media hora, el guión cambió de rojo a blanco. EL egipcio salió y con él, un gran porcentaje de esperanzas de triunfo. Pocos minutos después, el lateral madridista Carvajal también tuvo que salir del campo por unas molestias. Por supuesto, entre lagrimas también. La conmoción invadió el campo de Kiev, al grado que las revoluciones bajaron considerablemente entre miedo, inseguridad e incertidumbre.
Por lo mismo, sin querer saber más de nada, se fueron los primeros 45 minutos con el marcador inmaculado.
La segunda mitad, trajo consigo entonces, el resto de las emociones ajenas a la melancolía y tristeza. La sorpresa y la magia tomaron el segundo acto. Primero un error descomunal del arquero del Liverpool, Loris Karius cuando intentó hacer un despeje corto hacia el único lugar donde estaba un rival; Benzema estiró el pie cuando vio al alemán que iba a sacar y, cortando el saque, el balón terminó al fondo de la red. Accidental 1 a 0 y la moral red para abajo.
No obstante, el empuje y honor deportivo sacó adelante a los de Klopp. Fue pocos minutos después de encajar el gol, cuando el senegalés Sadio Mané desvió un cabezazo de su compañero Lovren para vencer a Navas y hacer explotar el Olímpico de Kiev. Borrón y cuenta nueva.
Justo cuando Liverpool retomaba la confianza del principio, apareció la magia. Una chilena de Gareth Bale, en el primer balón que tocó puso al Madrid arriba. Un mazazo del que ya no se iba a reponer el equipo británico. De hecho, una vez más Bale, con un Liverpool al borde del nocaut, y a pocos minutos del final, realizo un disparo que no llevaba nada y que Karius, de nuevo «se lo tragó». Metió el balón en su propio arco para firmar la peor noche (seguramente) de su carrera.
Real Madrid levantó su tercer título consecutivo. Ya son 13. Lo sigue Milan muy de lejos con 7. Liverpool se quedó con 5. EL mundial a la vuelta de la esquina, la duda de si estará Salah, si seguirá Cristiano en el Madrid… por lo mismo, el futbol es una historia que siempre firma al final «continuará».