El Real Madrid camina por el borde de un abismo insondable
Tras acumular otra presentación para el olvido que se tradujo en la eliminación de la Copa del Rey a manos del modesto Leganés en la propia casa madridista. La situación para el Real Madrid y todo lo que conlleva la continuidad de Zidane al frente del equipo, empieza a ser cada vez más difícil de sostener con argumentos que validen todo lo mal que se está haciendo esta temporada.
«Estoy muy decepcionado del desempeño, es un palo muy duro para nosotros, pero hay que levantarse y seguir. Quedan muchos partidos para mejorar y eso es lo que haremos. De lo que ha sucedido hoy, la culpa es mía», aseguraba ‘Zizou’ en rueda de prensa tras la debacle que sucedía hacia instantes en el terreno de juego. Declaraciones que se valoran porque rompen con todo lo que suele decir en los micrófonos el estratega blanco.
Zidane es un hombre de pocas palabras, frases muy cortas y pensamientos positivos. Trata de no dejar nunca expuesto un sentimiento negativo hacia los suyos o hacia sí mismo. Si tiene un reproche, lo habla de frente y bajito. Es por eso que el vestuario le quiere tanto, porque adentro es uno más. No por ello es exento de crítica y es por lo mismo que parece como, si lo que dice en su introspección, no coordinara con lo que expresa al mundo exterior.
Por ello no se entienden muchas cosas, como la exclusividad que tiene con Benzema a pesar de su bajo nivel durante ya temporada y media, dejando ir a Morata que mantenía un mejor promedio de goles sin disfrutar de los minutos que goza el ariete francés. La aparente falta de autoridad para sentar a Marcelo en algunos partidos en detrimento de Theo Hernández, o incluso la incapacidad de reconocer del todo la importancia de Nacho como el mejor de los defensas que tiene ahora mismo el Real Madrid y sin tanto foco alumbrándole.
También se hace difícil comprender que cada semana el discurso cambia respecto a otros en función del resultado. Sin embargo, todos los cuestionamientos parecen banales cuando se intenta divisar su futuro como entrenador blanco. Pues pese a ser considerado el mejor entrenador de la historia del Real Madrid por la cantidad de títulos conseguidos en tan poco tiempo, si no tuviera ese nombre y apellido tan ligado a la historia del madridismo, a estas alturas no estaría dirigiendo al cuadro de Chamartín.
Lo que resta para intentar salvar un barco que se hunde
Mientras todos pensábamos que el Madrid priorizaría la Copa del Rey porque su actual situación en la tabla de La Liga le pone a 19 puntos del líder, su rival histórico, el Barcelona; para Zidane y los jugadores hoy parece que pasa por la mente levantar otra Champions y así maquillar todo lo negativo de un rendimiento tan bajo hasta en las estadísticas históricas, que solo los propios protagonistas no se atreven a decir en voz alta.
El cuadro blanco, un gigante y máximo ganador en Europa, aguarda por la visita del PSG a su casa en el partido de ida de los octavos de final de la Champions League, con el objetivo de bloquear un asalto parisino que se antoja como una labor durísima. Mientras uno golea a sus rivales por encima de los cuatro goles en cada partido, el otro araña hasta el último minuto por conseguir enderezar lo que en el colectivo no puede.
Cuando los baloncitos que dictaminaban el enfrentamiento entre el Real Madrid y el PSG salieron, todos imaginaban un duelo entre dos potencias de las cuales el cuadro merengue podría tener más opciones de pasar debido a su historia y la defensa del título. No obstante, a día de hoy el Madrid es el que menos aprecio tienen en las casas de apuestas, mientras el PSG marcha a paso firme para terminar de hundirle el barco a Zidane entre el 14 de febrero y el 6 de marzo.
Aún quedan diez días del mercado invernal y tanto entrenador como junta directiva parecen no querer meterse en el bamboleo de fichajes a mitad de temporada. Pero la necesidad de mejorar el funcionamiento de un equipo tan caído, ahora hasta en la moral, parece inminente que se debe salir a buscar alguna solución desde afuera que venga a aportar en lo positivo. Puesto que la única que se puede hacer desde adentro, no sucederá, al menos por ahora, porque su nombre y apellido pesan más que la galera que está en pleno naufragio.